En nombre de la ecología y después de varias postergaciones por la inflación, Francia se despide este martes del ticket en la caja de los comercios y supermercados. La medida es denunciada por organizaciones de consumidores, para quienes el recibo sirve para hacer las cuestas de quienes tienen un presupuesto ajustado o que quieren verificar lo pagado.
La suba de precios había retrasado su implementación. Finalmente y tras dos aplazamientos, el 1 de agosto entrará en vigor el fin de la impresión sistemática de recibos de caja en papel, a pesar de que los precios siguen subiendo.
Sin embargo, para quienes lo quieran seguirá siendo posible solicitar el ticket en papel.
«La Ministra esperaba un aplazamiento en un momento en que la inflación de los precios en los supermercados estaba en su punto álgido. (Sin embargo) desde hace varias semanas, la inflación está bajando«, explicó el gabinete de la ministra de Comercio, Olivia Grégoire, reconociendo que la inflación «sigue siendo muy alta» pero asegurando que el descenso «continuará».
Una referencia
En abril, los funcionarios de Hacienda habían explicado que «cuando se tiene una inflación del 15% en los estantes, el recibo de caja es una referencia para muchos franceses«.
La inflación en los alimentos sigue siendo de dos cifras, medida en junio en un 13,6% anual por el INSEE, la agencia oficial de estadísticas.
Cruzada en un supermercado de París, Fred de Rosas considera que esta medida es «algo bueno». «De hecho, ya no lo pido», dice. En cambio, Béatrice, a unos pasos de allí, y quien no quiere dar su apellido, afirma que utiliza estos recibos «todo el tiempo» para hacer sus cuentas.
Varias asociaciones de consumidores, entre ellas UFC-Que Choisir y Familles rurales, han señalado que este recibo es «una herramienta de gestión del presupuesto familiar» para muchos hogares, ya que les permite «comprobar la exactitud del importe de la transacción».
La oficina de la Ministra de Comercio insiste en que «no se trata de suprimir el recibo ni de prohibir su emisión» el 1 de agosto, sino de «la posibilidad de que los consumidores rechacen el recibo».
Algunas excepciones
De hecho, el recibo no desaparecerá: los clientes que lo deseen podrán seguir pidiendo que se imprima, para aclarar dudas sobre un precio, por ejemplo.
En algunos casos, se seguirá imprimiendo sistemáticamente un recibo: en restaurantes u hoteles, cuando deba mencionarse la garantía en el recibo (para electrodomésticos o teléfonos, por ejemplo), para transacciones anuladas o cuando el recibo se refiera a un servicio (peluquería, mecánico de taller, etc.) cuyo costo supere los 25 euros.
150.000 toneladas de papel
A finales de marzo, la asociación Perifem, que reúne a los agentes del comercio minorista para debatir cuestiones energéticas y medioambientales, estimaba que «más de la mitad de los franceses siguen queriendo pedir un recibo de papel«.
La oficina de Olivia Grégoire espera que el hecho de que la medida entre en vigor en pleno verano «dé tiempo a que se adopten los nuevos hábitos en otoño». Todos los comerciantes deberán colocar carteles cerca de las cajas «en los que se indique explícitamente que a partir de ahora corresponde al consumidor pedir el recibo de caja».
La Dirección General de Competencia, Consumo y Represión del Fraude (DGCCRF) efectuará controles sobre este punto y comprobará «la coherencia entre el precio expuesto en el lineal y el precio pagado en caja», añade Bercy.
Esta medida forma parte de la ley «contra los residuos y la economía circular», aprobada en 2020, y tiene como objetivo reducir la producción de residuos.
Actualmente, en Francia se imprimen 12.500 millones de recibos de caja al año. Algunos de ellos son muy pequeños, lo que dificulta su «recogida y reciclaje». En términos de impacto medioambiental, representan 150.000 toneladas de papel, 25 millones de árboles talados y 18.000 millones de litros de agua consumidos, según Hacienda..
Sin embargo, se desconoce el impacto de la medida,
RFI con informaciones de AFP