La escena ocurre en algún punto de la frontera entre Ciudad Juárez, en México, y El Paso, en Texas. Cajas de cartón desplegadas como mantas separan el cuerpito de una bebé del filo del metal a milímetros de la piel. El objetivo: hacer que la beba cruce a Estados Unidos junto con sus padres, en un todo vale. El futuro prometido está ahí, a un suspiro.
Un video capta el momento de enorme tristeza y desesperación Fue subido a las redes sociales y rápidamente se viralizó y se llenó de comentarios.
«En la frontera entre Estados Unidos y México en Juárez, fuimos testigos de una familia venezolana con una niña pequeña pasar por debajo del alambre para ingresar ilegalmente a El Paso colocándose cartones en la espalda para evitar ser cortados, se puede escuchar a la niña llorar mientras pasa», escribe un usuario.
«Esto es muy triste, independientemente de cuál sea su opinión sobre la inmigración. Esa es una niña pequeña, un alma inocente que llora porque tiene miedo. Ten compasión si eso es todo lo que obtienes de esto. Dios ayude a estas personas», escribe otra persona.
La situación en la frontera
Tan solo en lo que va de septiembre el Instituto Nacional de Migración de México ha interceptado a unos 189.000 migrantes, según cifras oficiales.
Solo para dar un ejemplo, este lunes, agotados tras varios días de espera, miles de migrantes se agolpaban en la ciudad mexicana de Tapachula (sur) para obtener refugio o permisos de viaje que les permitan continuar su marcha hacia la frontera con Estados Unidos.
Con un calor sofocante, unas 2.000 personas, algunas con niños en hombros, se formaban en filas frente a las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).
Estas personas no han llegado a México en avión. Han partido a pie desde sus países, cruzando la selva del Darién, entre Colombia y Panamá, tierra de nadie, donde las mujeres son violadas y los hombres son robados o asesinados por bandas criminales. Si logran sobrevivir a la selva, les queda aún pagar en dólares su avance por el resto de América Central hasta México.
La frontera con Estados Unidos es el objetivo. Y un alambre de púas claramente no será un obstáculo.
El sur mexicano, es donde los migrantes, muchos venezolanos y también haitianos, deben obtener un permiso para poder blanquear su situación y avanzar hacia el río Grande. Pero obtener uno eso lleva días.
Detrás de una reja metálica, muchos llegaron en busca de permisos de tránsito que les garanticen avanzar a la frontera sin ser detenidos y deportados. Algunos llevan hasta 15 días cuidando su lugar en la cola.
Pero la Comar solo admite solicitudes de refugio y su resolución puede demorar semanas. Los permisos de tránsito los expide el Instituto Nacional de Migración (INM), y el gobierno mexicano admite estar «desbordado».
Un cuello de botella
En consecuencia, Tapachula ha vuelto a convertirse en un cuello de botella para los migrantes sin documentos de entrada a Estados Unidos.
«Muchas de esas personas son migrantes económicos, ellos van en búsqueda del sueño americano, de mejorar sus condiciones de vida (…) pero no son un sector que pueda ser atendido» por la Comar, señaló a periodistas el responsable de la Comar en Tapachula, Daladier Anzueto.
El estatus de refugiado lo obtienen migrantes que comprueben que sus vidas, libertad o seguridad se encuentren en peligro y deben presentar una solicitud en un máximo de 30 días después de ingresar a territorio mexicano.
El pasado 18 de septiembre, varias personas resultaron lesionadas cuando una multitud intentó ingresar por la fuerza a la sede de la Comar para obtener un permiso.
La situación se complica aun más, pues el gobierno mexicano endureció las medidas para evitar el paso de migrantes irregulares por su territorio usando trenes de carga, luego que el mayor operador ferroviario local detuviera la semana pasada 30% de sus operaciones, agobiado por el flujo de indocumentados.
Con información de Instagram y AFP