Las imágenes obtenidas en las profundidades del Océano Pacífico brindan la primera visión detallada de tres portaaviones de la Segunda Guerra Mundial que se hundieron en la crucial Batalla de Midway y podrían ayudar a resolver misterios sobre el bombardeo de días de duración que hizo que el control del teatro de operaciones del Pacífico pasara de las fuerzas japonesas a las estadounidenses.
Sumergibles que operaban a 5 kilómetros de profundidad realizaron en septiembre extensos estudios arqueológicos del Akagi y el Kaga, dos de los cuatro portaaviones de la Armada Imperial Japonesa destruidos durante la batalla de junio de 1942, así como del U.S.S. Yorktown.
El video de alta calidad incluye la identificación oficial del Akagi, al tiempo que brinda nuevas pistas sobre las últimas horas de los portaaviones.
Las imágenes muestran cómo la isla, la alta estructura que se elevaba sobre la cubierta de madera del Yorktown, resultó dañada por el altísimo calor y cómo la tripulación hizo todo lo posible para evitar que el buque estadounidense se hundiera.
Julian Hodges, uno de los últimos veteranos vivos que prestaron servicio en el Yorktown y que nadó seis horas con un hombro dislocado hasta un barco de rescate, lagrimeó mientras miraba el video.
«El Yorktown recibió una paliza», dijo Hodges, a pocas semanas de cumplir 101 años. «Odiaba ver a mi barco destrozado de esa manera».
Los tres portaaviones habían sido encontrados con anterioridad, el Yorktown en 1998 y los barcos japoneses hace cuatro años. Sin embargo, el Akagi sólo fue identificado de forma preliminar, y de los otros dos se habían registrado imágenes limitadas.
Un expedición especial
Eso cambió cuando Ocean Exploration Trust -fundada por Bob Ballard, que dirigió los equipos que descubrieron el Yorktown y el Titanic- realizó extensos estudios en video de los tres buques durante una exploración de un mes del Monumento Nacional Marino Papahānaumokuākea, en las islas noroccidentales de Hawái, unos 2.100 kilómetros al noroeste de Honolulu.
«Pudimos pasar básicamente tres días enteros en esos lugares, con dos días enteros en el fondo marino, documentando metódica y minuciosamente todos los restos«, explicó a The Associated Press Daniel Wagner, científico jefe de Ocean Exploration Trust, por videoconferencia desde el buque de exploración Nautilus.
Las prospecciones se retransmitieron por internet, lo que permitió a más de cien científicos, historiadores y otros expertos de todo el mundo participar en un foro en vivo junto a unas dos docenas de científicos a bordo del Nautilus.
La Batalla de Midway
La Batalla de Midway tuvo lugar seis meses después de que los japoneses atacaran Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941.
La armada japonesa pretendía hacerse con el control de la base de aviones de patrullaje estadounidenses en un ataque sorpresivo en el atolón de Midway, un minúsculo grupo de islas situado aproximadamente a mitad de camino entre el territorio continental estadounidense y Asia. Japón también quería destruir lo que quedaba de la Flota del Pacífico estadounidense.
Pero las fuerzas estadounidenses interceptaron las comunicaciones sobre el ataque y estaban preparadas.
La batalla de cinco días se libró a unos 320 kilómetros del grupo de islas. Además de hundir el Akagi, el Kaga y otros dos portaaviones japoneses, las fuerzas estadounidenses derribaron más de 250 aviones de ese país. Murieron más de 3.000 marineros japoneses.
Las pérdidas estadounidenses incluyeron más de 300 hombres, unos 150 aviones y el Yorktown, que resultó dañado en la batalla y luego fue hundido por un submarino japonés a unos 160 kilómetros de distancia mientras era remolcado para su reparación.
De los aproximadamente 4.600 hombres que prestaron servicio en el Yorktown entre 1937 y 1942, se cree que sólo quedan dos con vida, dijo Michael Leggins, presidente del U.S.S. Yorktown CV-5 Club, un grupo dedicado a brindar información sobre el buque.
Uno de ellos, Hodges, es ministro bautista jubilado en Johnson City, Tennessee. Se alistó en la Marina al día siguiente de Pearl Harbor y trabajó en la sala de calderas del Yorktown durante la batalla.
Recordó en una entrevista por videoconferencia con AP que, tras la explosión de dos torpedos, quedó atrapado entre dos tuberías, con el brazo izquierdo tan apretado que no podía sacarlo. También se dislocó el hombro, lesión que aún le causa problemas 81 años después.
Una vez liberado con la ayuda de un compañero, se ató un chaleco salvavidas al hombro herido y se agarró a otro para nadar más de 5 kilómetros hasta un barco que lo esperaba. Dijo que la travesía duró unas seis horas.
El otro veterano sobreviviente del Yorktown, Robert Taylor, necesitó permiso paterno para alistarse en la Marina el 12 de septiembre de 1941, a los 17 años. Taylor, que ahora tiene 99 años, manejó un cañón antiaéreo durante la batalla.
Los historiadores sabían que la tripulación intentó mantener el barco a flote lanzando algunos cañones antiaéreos más pequeños por la banda de babor. Pero, según Hans Van Tilburg, arqueólogo marítimo e historiador de la Oficina de Santuarios Marinos Nacionales de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, uno de los descubrimientos del nuevo video es que los marineros también arrojaron cañones más grandes.
La acción «habla de la dedicación de la tripulación para salvar el buque en los últimos momentos del servicio de esa nave», afirmó.
Cuando se le ordenó abandonar el barco, Taylor saltó por la borda e intentó nadar hasta un destructor cercano, el USS. Balch, dando su chaleco salvavidas a un compañero que no sabía nadar.
Pero cuando se acercaba al Balch, el buque empezó a alejarse para recoger a más hombres en el agua. Un tripulante de a bordo le lanzó un cabo, que Taylor dijo haber agarrado con el pie. Se acercó al costado del destructor y fue izado a bordo, pero no recuerda mucho de lo que pasó después.
«Me dicen que gritaba», declaró a AP desde su casa de Auburndale, Florida. La experiencia le provocó un trastorno de estrés postraumático.
Qué pasará ahora con los portaaviones
Los portaaviones permanecerán en su ubicación actual, en aguas protegidas por Estados Unidos, lo que evitará que sean saqueados o se conviertan en destinos turísticos como el Titanic.
Lo único que se tomará de los restos del naufragio, dijo Wagner, serán las imágenes y el video que están compartiendo.
Hodges dijo que lo apreciaba. «Nadie va a sacar nada de esto», afirmó.
Espera que el video impulse a una nueva generación a considerar el costo de los conflictos: «Lo que haga falta para acabar con las guerras».
Taylor bromeó diciendo que le gustaría que el buque fuera reflotado, aunque sólo fuera para recuperar los 28 dólares que dejó en su taquilla cuando aquel se hundió, unos 530 dólares a valores de hoy.
Bromas aparte, la destrucción del Yorktown lo atormenta. «Estaba muy disgustado porque amaba ese buque», dijo Taylor. «Hizo falta mucho para hundirlo».
Por Mark Thiessen, de The Associated Press
Traducción: Elisa Carnelli