En un asombroso aluvión sin precedentes, sumaron diez mil los migrantes que en oleadas de barcazas llegaron desde el norte de África la isla de Lampedusa entre el lunes y el miércoles de esta semana, según números actualizados por el gobierno italiano este viernes. La cifra supera la población corriente de esa región.
El flujo de desesperados que huyen particularmente de Libia, Túnez y el centro de África, multiplica las presiones sobre el gobierno italiano de Giorgia Meloni, que se ha convertido en una incómoda puerta de entrada para este extraordinario proceso del cual, afirman, debería hacerse cargo todo el continente europeo.
En esa línea, la mandataria le reclamó por carta a la presidente de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, que vea el drama de cerca. Le escribió para “pedirle que venga conmigo a Lampedusa para comprender personalmente la gravedad de la situación a la que nos enfrentamos”.
El aluvión es de magnitud tal que desde enero llegaron a las costas italianas unas 126.000 personas, el doble que en 2022, que registró 65.000 en el mismo periodo.
Los números van camino a empardar los 181 mil de 2016 cundo se multiplicó la gente que huía de la guerra en Siria. El costo en vidas es alto también: suman ya 2.000 los desaparecidos en las aguas del Mediterráneo desde enero último.
La afluencia de migrantes a Lampedusa se redujo apenas este viernes. Las autoridades se abocaron a trasladar a Sicilia y al resto de la península a miles de los desesperados.
Primera escala en Europa
A menos de 150 km de la costa tunecina, Lampedusa es uno de los primeros lugares de escala para los migrantes que atraviesan el Mediterráneo para llegar a Europa. Sin embargo, la situación nunca fue tan dramática en la isla, que quedó con sus fuerzas superadas por el aluvión.
El centro de acogida de Lampedusa gestionado por la Cruz Roja, con capacidad para 400 personas, se vio desbordado y las autoridades derivaron con urgencia a otras ciudades a los migrantes mientras seguían llegando balsas.
La Cruz Roja Italiana (CRI) declaró el viernes por la mañana que ya se efectuaron 700 traslados y que se esperaba que otras 2.500 personas abandonaran la isla a lo largo del día.
”Los migrantes siguen llegando, lo estamos gestionando”, aseguró el viernes Francesca Basile, responsable de migración de la Cruz Roja, cerca del centro.
Cientos de personas tuvieron que dormir a la intemperie, acogiéndose a la generosidad de los habitantes que les llevaron agua y comida. “No es fácil estar aquí”, admitió un joven gambiano llamado Omar, que espera reunirse con su hermano en los Países Bajos tras seis meses de peligroso viaje. “Somos tantos… Incluso comer es un problema”.
Reacciones políticas
Estas llegadas provocaron innumerables reacciones políticas tanto en Italia como en los países vecinos, a los que Roma acusa de abandonarla a su suerte.
El viceprimer ministro italiano Matteo Salvini, líder de la derechista y xenófoba Liga, declaró que veía las llegadas masivas como “un acto de guerra” contra Italia, acusando implícitamente a Túnez, desde donde parte una cuota importante de los migrantes. Pero es numerosos los países de origen de los migrantes. El gobierno de derecha italiano asignó recientemente 45 millones de euros (48 millones de dólares) a Lampedusa para ayudar a la isla a enfrentar el desafío del aluvión migratorio.
La jefa de gobierno Meloni fue elegida hace un año con la promesa de poner fin a la migración masiva. Pero el problema no está en el destino sino en los países desde donde esta gente debe escapar.
El miércoles, Alemania decidió suspender la acogida voluntaria de solicitantes de asilo procedentes de Italia, prevista en los acuerdos europeos, debido a la “fuerte presión migratoria” y a la negativa de Roma a aplicar esos mismos pactos.
En un comunicado el viernes, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados hizo un llamado a los países de la Unión Europea para que muestren “un espíritu de responsabilidad compartida y solidaridad con los países de primera llegada”. Por ahora son palabras. No hay medidas efectivas para enfrentar este problema, señalan los analistas.
En este sentido, el canciller italiano, Antonio Tajani, anunció que viajará a Francia y Alemania después que ambos países cerraron las puertas al traslado de solicitantes de asilo desde Italia. El presidente francés Emmanuel Macron dijo, sin especificar detalles, que habrá decisiones de solidaridad con Italia.